domingo, 5 de julio de 2015


Investigación sobre espacios intermedios.

Alumna:45011198

Objetivos de la arquitectura y sus espacios intermedios1/ Protección respecto del entorno climático. 2/ Confort.
3/ Regular o graduar la interacción con la intemperie.
4/ Generar espacios para contener funciones habitacionales.
5/ Delimitar y mediar entre interior y exterior.
Espacio límite cubierto
La galería representa el ejemplo más característico de la condición de borde. Para definirla basta con el techo, los elementos puntuales de soporte y la proyección de la sombra sobre el piso. Ubicada por lo general en el exterior de la edificación, puede ser un elemento independiente abierto por sus dos caras largas o estar adosada a la fachada de una o más edificaciones. Las proporciones alargadas de la galería marcan una dirección, motivo por el cual suele ser usada como elemento de conexión entre dos o más recintos que se encuentren a lo largo de su extensión. Así por ejemplo, en condiciones urbanas las galerías producen aceras cubiertas que conectan los locales comerciales y les permiten un contacto más cercano con el peatón.
Corredor define a la galería que acompaña y bordea los patios internos en algunas viviendas, templos, monasterios y palacios. Asociado con el patio, constituye una de las capas de límite que rodean la edificación. Es básicamente un espacio de circulación, un claustro que en la mayoría de los casos sirve también de protección para los espacios internos. De acuerdo con la estructura, definición y abertura de sus bordes, puede resultar desde un espacio aislado hasta una extensión del interior. En la arquitectura tradicional el corredor no tiene mayor contacto con el interior pues un grueso muro lo separa de este, en cambio su relación con el patio es directa y plena, al punto que se establece entre ellos un sistema indivisible que enriquece la experiencia perceptiva en ambos. Para el patio, el corredor genera un anillo de sombra, un lugar protegido, de contemplación.

Espacios límite de espera y acceso

Las edificaciones con patio viven hacia el interior mediante el corredor, en cambio las casas de hacienda abren la vista al paisaje gracias a una galería que rodea el volumen, la cual le resta importancia al muro de borde que encierra el interior. Es un espacio límite para la estancia y contemplación del afuera. Existen otras variantes del espacio límite techado que, ubicadas en situaciones más puntuales, definen con su sombra el acceso a la edificación y con ello la transición entre adentro y afuera.
La puerta de acceso es el punto de encuentro de la arquitectura con el exterior, incluso más que cualquier otra abertura. Ese vano, que bien puede estar abierto o cerrado, es el límite que separa lo público de lo privado, por eso los espacios límite que la acompañan le sirven de protección y control.
El porche es una galería confinada que se ubica justo antes de la puerta de entrada. Aunque está del lado externo, abierto y sin protección, es ocupado con mobiliario como si fuera un área interior. Para muchas viviendas, el porche representa un lugar de encuentro, que observa desde la “intimidad” lo que ocurre por fuera de sus límites.
La marquesina, es un umbral que se proyecta hacia el exterior para generar un techo que recibe y produce una pausa previa a la entrada. Su dirección está determinada únicamente por el acto de pasar. No es un interior y puede no tener relación alguna con este, y aunque se ubica en el exterior tampoco le pertenece, la marquesina forma parte de la edificación, es su límite.
El zaguán, es quizás el intento más claro de introducir la calle en el interior. Es el vano de la puerta que ha aumentado su profundidad y a manera de ranura ingresa a la masa edificada, para relacionar la calle con el corredor y este con el patio, creando así una secuencia de límites habitables que comienzan y terminan a cielo abierto. Inserto dentro del volumen, el zaguán está más relacionado con el afuera que con el adentro, pues su dinámica de uso así lo permite. Dos puertas lo separan de los territorios que une: la de la calle permanece abierta durante la mayor parte del día, la interna cerrada pero fabricada con una celosía o una reja, deja ver como un tamiz la luz del patio interior. Es un ámbito con suficiente recorrido para rodearnos de sombra, cambiar la temperatura, aislar el ruido de la calle y prepararnos para el siguiente paso hacia el interior.

Hay también los que devienen de la ventana, resultado de una mayor abertura de los muros de fachada y consecuente proyección del interior hacia el exterior. Terrazas, balcones y azoteas manifiestan la necesidad del hombre de experimentar el entorno abierto e ilimitado desde un ambiente controlado.
El balcón se ubica por encima del nivel del suelo en una condición distintiva de mirador. Es una abertura a través de la cual es posible salir a ver el exterior. Su forma y disposición son variables, puede ser techado o destechado, aislado o corrido, saliente o retraído e inscrito en el volumen de la edificación. De igual manera es posible encontrar diferencias en el ancho lo cual determina en gran medida su modo de ocupación, desde un mínimo equivalente al ancho del muro hasta lo suficiente para albergar algún tipo de mobiliario para pequeñas estancias.
En la terraza las dimensiones son mayores, permiten albergar actividades y servir de desahogo para el interior. Es un recinto para la estancia, un “interior que se hace exterior sin dejar su privacidad, en una peculiar combinación de estar «dentro de la casa» estando fuera”. Puede estar o no techada, en este caso la cubierta no tiene mayor importancia, pues basta con la prolongación de la losa de piso para definirla y crear la transición hacia el interior.
El patio: la superficie horizontal de piso y el límite vertical que define su perímetro, ya sea este un muro u otro espacio límite. No hay contacto con el paisaje, es un recinto cerrado que se abre hacia el cielo, donde la única dirección posible es la vertical. “El patio, debido a su aislamiento proporciona a sus habitantes la ilusión de una zona de dominio figurado” El patio es un exterior situado en el interior. Independientemente de su ubicación, ya sea central, frontal, lateral, posterior o disgregada, sus límites lo hacen estar del adentro del edificio, motivo por el cual admite otras funciones que son parte de la dinámica de uso propio del habitar. 








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